David Brooks: American curios
- Internacional
- julio 28, 2025
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▲ Esta semana, en su visita a Escocia, donde provocó protestas, el presidente Donald Trump ordenó a los europeos poner alto a los molinos de viento
, ya que son un engaño, como parte de su negociación comercial con la Unión Europea.Foto Ap
C
ubrir un manicomio disfrazado de democracia formal es un reto tal vez imposible. Por ejemplo, este fin de semana el jefe del siquiátrico ordenó a los europeos poner alto a los molinos de viento
, ya que son un engaño, como parte de su negociación comercial con la Unión Europea. Ya ni Don Quijote sabría qué responder.
Muchas de las noticias desde dentro del manicomio serían muy chistosas si no fueran tan ominosas y con consecuencias cada vez más graves. Noam Chomsky advirtió varias veces al surgir el fenómeno Trump que su Partido Republicano se convirtió en la organización más peligrosa en la historia humana
y que buscaba en lo inmediato derrocar lo que queda de la democracia
en Estados Unidos. Lo raro es que políticos y analistas aparentemente siguen pensando que no es tan grave, que se puede y debe seguir el juego político normal
.
Aún después de seis meses de este gobierno, uno se despierta cada día y se acuesta cada noche con la misma pregunta: ¿de veras? ¿De veras se dedicó a insistir en que la Coca-Cola tiene que ser elaborada con azúcar de caña, que el equipo de futbol americano profesional debe restaurar el nombre racista de Pieles Rojas, que el volumen de agua en las regaderas debe ser más fuerte, que la izquierda radical
marxista, comunista y hasta anarquista está amenazando el futuro del país? Los expertos explican que mucho de esto es distracción deliberada para ocultar ciertas realidades como el fracaso de medidas económicas, el desplome en el apoyo del mandatario en la opinión pública, su logro de quitarle alimento a los niños para forrar aún más los bolsillos de los más ricos y ahora para tratar de descartar el escándalo del momento en torno a su relación con el traficante de menores para favores sexuales Jeffrey Epstein.
Por ahora, el tema de Epstein –y no las políticas crueles contra inmigrantes y pobres, la corrupción explícita, los daños a educación, salud y cultura de sus políticas– está poniendo en jaque al mandatario y sus servidores en el gobierno. Más aún, es una autotrampa, él y su gente fueron quienes promovieron el tema al prometer revelar la lista
y otros documentos relacionados con Epstein porque suponían que eso provocaría daño a los demócratas, como los Clinton. Pero cuando la procuradora general informó a Trump que su nombre aparecía múltiples veces en los documentos, de repente decidió no revelar todo lo prometido, enfureciendo a sus bases fieles y algunos de sus aliados más influyentes.
El problema de fondo no son todos los detalles espantosos de la amistad entre Trump y Epstein, sino que el caso muestra a sus bases que el presidente es sólo uno más en esa cúpula política y económica del uno por ciento, con toda su corrupción, abuso de poder y perversiones.
Todo esto no es lo que uno se imagina cuando es asignado o enviado a cubrir al país más poderoso del planeta en esta coyuntura. Tal vez es por eso que es necesario, esencial, reconocer que los analistas y comentaristas más agudos para la tarea de reportar de manera coherente sobre una cúpula incoherente son los comediantes.
Stephen Colbert, Jon Stewart, a veces Jimmy Kimmel y siempre John Oliver, entre otros cómicos políticos, son los mejores guías a las locuras y verdades de este país. Vienen de una larga tradición, pero hoy su trabajo es aún más urgente. Y no es coincidencia que este gobierno –en medio de sus locuras– busca callar a los bufones. Pero el problema es que éstos responden: la serie animada para adultos South Park estrenó su temporada con un ataque feroz contra Trump –incluyendo escenas de él desnudo en una cama con Satanás– y sus propios jefes empresariales en protesta por la cancelación a futuro del programa de Colbert. [https://www.instagram.com/reel/DMgDyzuS2E0/?igsh=b3gxanhlemhqcG0%3D].
Este domingo llegó la noticia de la muerte de uno de estos maestros, el gran satirista musical Tom Lehrer, cuyas canciones en los sesenta fueron parte de esa gran labor cómica tan necesaria para revelar este país:
Send the Marines. https://www.youtube.com/watch?v=HHhZF66C1Dc
We Will all go Together. https://www.youtube.com/watch?v=frAEmhqdLFs
National Brotherhood Week. https://www.youtube.com/watch?v=zCluI87gQ3I