Juan Pablo Duch: Apuntes postsoviéticos

C

omo es sabido, los silencios dicen mucho más que las palabras y esto es lo que, de un tiempo para acá, más bien desde que Donald Trump se volvió a instalar en la Casa Blanca, determina la política del Kremlin hacia la administración de Estados Unidos, hasta hace apenas cuatro meses considerado el principal enemigo de Rusia.

La metamorfosis tiene una explicación sencilla y obedece a la intención de no enfadar a Trump para evitar que deje de creer que puede hacer un trato con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, posibilidad que mientras se mantenga siembra dudas sobre la unidad de lo que ha sido la respuesta de Washington y sus aliados europeos a la guerra en Ucrania y, peor aún, que pudiera hartarse de la negativa de Moscú a declarar un alto el fuego general y asuma posiciones más favorables a Kiev, redoblando sanciones contra Rusia y suministrando más armamento a Ucrania, incluso exigiendo que lo paguen los europeos.

Sólo así se explica que en la reciente conversación telefónica de los presidentes Trump y Putin, en la cual no pudieron llegar a ningún acuerdo y a su manera hablaron de progresos para ocultar el fiasco, el Kremlin guardó silencio sobre lo que, desde su perspectiva, tendría que haber sido el mayor resultado de la plática: el anuncio de contratos, como el que firmó Washington con Kiev sobre minerales raros, y el acuerdo para celebrar una reunión presencial de los gobernantes. Ni cumbre ni negocios, que Trump imagina posibles cuando acabe el horrible baño de sangre.

Otro silencio significativo se produjo cuando Trump anunció su Cúpula Dorada, escudo antimisiles que puede ser usado tanto para defenderse de una agresión como para atacar desde el espacio y que, cuando esté instalado, pondrá en entredicho la eficacia del arsenal nuclear ruso, mereció una tibia reacción de Moscú: es un derecho soberano de Estados Unidos defenderse de potenciales misiles, dijo.

Ciertamente es así, aunque suena raro que lo admita el portavoz presidencial a la vez que calla lo que tantas veces ha dicho Rusia para justificar su invasión a Ucrania: el principio de la indivisibilidad de la seguridad, es decir, que no se puede reforzar la seguridad propia a costa de la de otros, y es lo que señaló otro vocero, el de China, al protestar contra la Cúpula Dorada de Trump.

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