Potosinos exigieron justicia y respeto a su derecho de la movilidad y a habitar el espacio.

El pasado jueves un joven que circulaba en su bicicleta, fue violentamente sometido contra el suelo por una escolta privada, luego de que se le pidiera retirar su camioneta de la ciclovía. El suceso aconteció justo al frente del establecimiento de comida: Casa Blanca en la Avenida Carranza (donde los coches de sus clientes invaden el carril exclusivo).

Este tipo de agresiones no son aisladas, en San Luis Potosí, el alza de siniestros por atropellamientos a ciclistas y peatones es preocupante y a la vez ignorado por las autoridades quienes continúan privilegiando el espacio de los cochistas. Mismos que parecen nunca estar satisfechos con la velocidad, ni los carriles y les urge estacionarse frente a todos los lugares que, sin sudar y sin esforzarse, llegan. Porque en un San Luis Potosí donde todos los coches llevan prisa, el último que se procura es el ciclista y el peatón.

Gritos como “dejen pasar al cochista”, “ya no estés chillando” abuchean a la multitud de carros que con bronca se lanzaban encima de jóvenes, niños, adultos, madres y personas que trabajan y salen todos los días a ganarse el pan en sus bicis. “De verdad hasta me nacen ganas de atropellarlos”, fue lo que dijo un taxista a bordo de su unidad, quejoso del “tráfico pesado”, mismo que los coches, todos los días ocasionan y atiborran con sus grandes máquinas para transportar personas individualistas.

Es urgente cambiar la narrativa sobre cómo la ciudad, un ente vivo; privatiza el derecho de transportarse dignamente.