
Vida y Obra de: San José Sánchez del Río.
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- febrero 10, 2025
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José Luis Sánchez del Río nació el 28 de marzo de 1913 en Sahuayo, Michoacán (México).
Fue el último de varios hermanos. Desde pequeño dio muestras de fervor religioso y compromiso con el catolicismo de su país, que se encontraba bajo la permanente amenaza del anticlericalismo imperante en los círculos de poder político.
En 1926, las leyes anticlericales del gobierno del presidente de México, Plutarco Elías Calles, obligaron a la Iglesia Católica a suspender el culto público en el país. En ese momento, José tenía apenas trece años y cinco meses.
Como respuesta a las disposiciones gubernamentales orientadas a restringir la libertad religiosa, laicos, presbíteros y religiosos decidieron levantarse en armas en defensa de la fe en Jesucristo. A este grupo de valientes católicos se les denominó “cristeros”. José, a pesar de su corta edad, terminaría formando parte de dicha milicia.
Producido el levantamiento de los cristeros, la orden del Presidente Calles fue imponer a cualquier costo la “Ley de tolerancia de cultos” (‘Ley Calles’) y sofocar cualquier insurgencia. La violencia con la que arremetió el ejército federal contra los fieles católicos fue tal que desató una guerra civil que no tardaría en convertirse en un baño de sangre, siendo las milicias cristeras las que llevaron la peor parte.
A esta guerra se le conoce como la “Guerra Cristera” o “Cristiada”; y se estima que fueron 250 mil personas las que perdieron la vida a causa de este conflicto entre los años 1926 y 1929.
¡Viva Cristo Rey!
Tras la batalla, San José Sánchez del Río fue capturado en Cotija y lo llevaron a la parroquia de Sahuayo, donde quedó detenido. Fue allí donde José escribió la célebre carta de despedida a su madre:
«Querida mamá: Fui hecho prisionero en combate en este día. Creo que en los momentos actuales voy a morir, pero no importa, mamá. Resígnate a la voluntad de Dios. No te preocupes por mi muerte, que es lo que me mortifica; antes diles a mis hermanos que sigan el ejemplo que les dejó su hermano el más chico. Y tú haz la voluntad de Dios, ten valor y mándame la bendición juntamente con la de mi padre. Saluda a todos por última vez. Y tú, recibe el corazón de tu hijo, que tanto te quiere y, verte, antes de morir, deseaba».
El día 10 de Febrero trasladaron a José rumbo a las instalaciones cercanas del ejército federal para torturarlo. Ese sería su último día de vida. José ya había cumplido los 14 años de edad. Sus verdugos, todos oficiales del gobierno del presidente Calles, le exigieron que reniegue de su fe a cambio de liberarlo; petición a la que el adolescente jamás accedió. Entonces le desollaron la planta de los pies y así lo condujeron descalzo hasta el lugar donde se hallaba la que sería su tumba. Mientras caminaba, ‘José Luis’ rezaba y gritaba “¡Viva Cristo Rey y la Virgen de Guadalupe!”.
San José Luis fue colgado de un árbol ubicado frente al hoyo en tierra donde luego tiraron su cuerpo. Mientras era sometido a un ahorcamiento le daban de puñaladas. Finalmente, uno de los verdugos -al que llamaban ‘el Zamorano’- lo bajó y le preguntó qué mensaje quería que se le dé a sus padres. El niño respondió: “Que viva Cristo Rey, y que en el cielo nos veremos”. Oída la respuesta, el hombre le dio al santo un tiro en la sien.